Los síntomas de la leucemia linfocítica crónica hacen su aparición de forma lenta y progresiva.
- Fiebre
- Fatiga
- Inapetencia
- Sudoración
- Sudor frío
- Pérdida de peso
- Hematomas, que se producen sin sufrir golpes
- Infecciones recurrentes
- Inflamación del hígado y del bazo
- Inflamación de ganglios linfáticos
La lentitud con la cual avanza esta enfermedad y la tardía aparición de los síntomas hace que, generalmente, sea descubierta a través de análisis de sangre realizados por otros motivos. Todos los síntomas de la leucemia linfocítica crónica aquí nombrados pueden presentarse de forma aislada o en su conjunto.
La intensidad de los mismo variará según lo avanzado de la enfermedad. A continuación vamos a conocer los pasos a seguir en caso de detectarlos en nosotros mismos o alguien más.
Cómo actuar ante los síntomas de la leucemia linfocítica crónica
Ante los síntomas de la leucemia linfocítica crónica es necesario recurrir a un profesional médico que pueda diagnosticarla de forma certera. El mismo estará capacitado para diferenciar esta de otras enfermedades.
En general se realizará un conteo sanguíneo completo y una biopsia de médula ósea. En muchos casos también es recomendable la realización de una tomografía computarizada.
Tengamos en cuenta que muchos de los síntomas de esta enfermedad son compartidos con otras.
Leucemia linfocítica crónica
Las causas que originan la leucemia linfocítica crónica (también conocida como LLC) no están bien definidas. Se considera que ciertos químicos pueden estar relacionados con la aparición de esta enfermedad.
En la mayoría de los casos afecta a personas de más de 60 años. Además, la posibilidad de contraerlas se incrementa en personas de raza blanca y, sobre todo, en los hombres.
Existen diferentes tratamientos para la leucemia linfocítica crónica. Si esta es detectada de forma temprana es posible que su médico evite utilizar medicamentos. Con el avance de la enfermedad, como así también con la aparición de los síntomas, se realizarán diferentes tipos de tratamientos que su médico determinará.
En general es necesario realizar transfusiones de sangre y recurrir a diferentes medicamentos de quimioterapia. Además, para personas jóvenes, se suele realizar un trasplante de médula ósea.